domingo, 17 de febrero de 2013

Sobre la radio

Ya desde hacía tiempo venía hablando con unos y con otros, de lo decepcionante que me resultaba la radio actual. Como habiendo músicos con tan interesantes proyectos, se escuchan otras cosas muy diferentes en la radio. Y entonces un día andaba en mi rutina del trabajo y empezó a sonar esto:


Cautivada totalmente, como cuando escuchas algo verdadero, intenté seguir como si nada. Ya intuía de quien era...me pregunté si era hora de volver al grunge :P

Cuidados sagrados

Con poco más de una frase empiezo la estancia en la casa de una de mis primeras pacientes. Ella permanece en cama, muda, casi sin reaccionar a nada. Sufrió un ACV y ahora su vida consiste en estar tumbada en esa cama, algún estímulo pasivo y los cuidados de su marido. Bueno, nuestros cuidados. Una vez al día voy yo y le ayudo con el baño.

Él, su marido, se desvive literalmente por ella. Por todas las compañeras en el trabajo, es sabido ya que él exagera en sus cuidados. Cuando en alguna ocasión alguna le comentó algo, él respondió algo así como: "es todo lo que puedo hacer ya por mi esposa" Es un hombre muy parco en palabras, cortado con patrones de otra época.

Pero todo esto es accesorio a lo verdaderamente importante que es el ritual que elaboramos cada día para ella.

Yo empiezo lavándome las manos mientras él va desmontando pieza por pieza el altar sobre el que ella reposa. Preparo el agua a modo de bendición con un jabón especial. Entonces comienzo con la purificación. Cada pequeño hueco, toda pequeña parte ha de ser limpiada. Para ello contamos con ungüentos y vestiduras.
Conforme avanzamos en la ceremonia del cuidado, el marido va tomando el rol de sacerdote y yo la de su acólito. Voy asistiendo a todos sus movimientos con sincronía entrenada; untar aquí una pomada, colocar alla unas gasas, desvestir una u otra parte del cuerpo.

El momento cumbre de nuestra cuidaristía es cuando retiramos el pañal. Tal y como se cerrara un círculo. Estamos cerca del final pero a la vez nos recuerda al principio de todo. En esta parte yo sólo debo observar, como mera aprendiz. Esto queda simbolizado por un hecho, y es que yo suelo usar guantes. Sin embargo el sentido espiritual es tan intenso que no importa que algo manche: caca, baba, postilla. Todo es sagrado.

Uno de mis momentos favoritos es cuando la peino. Como sólo tiene sensibilidad en la cabeza, cierra los ojos de placer a cada pasada del cepillo. Y es entonces cuando va terminando todo. Nuestra virgen queda vestida y perfumada. Como conclusión yo atestiguo como fue todo en unos escritos que se repiten día tras día y con pocas palabras más, me despido hasta la siguiente ceremonia.