lunes, 5 de diciembre de 2011

Daniel

Al entreverte por primera vez no quise prestarte mucha atención, tu pose de poeta acabado me decía que eras el chico profundo acostumbrado a no hablar a las chicas. Y tus largas miradas no cambiaron mi opinión. Te las respondía por jugar contigo.
Por eso me sorprendiste mucho con ese I fall in love with you y aunque suene ridículo si lo cuento, en aquel momento sonó genial. Como un fantástico punto de partida hacia una noche diferente. Y a tantas otras cosas.

Casi me obligaste a fumar contigo para poder intercambiar unas palabras. Creo que has sido el primer chico en mucho tiempo en preferir defenderte con palabras al lenguaje del cuerpo. Aún así bailaste cuando yo te lo pedí y pronto pasamos a ser los amantes de turno que se magrean en la pista del bar.

Y qué rápido nos encendieron las luces. Y mientras una tía random intentaba comprar tabaco en una máquina podía escuchar sin querer como me proponías que me fuera contigo a casa esa noche. Yo te mentí con una excusa porque quería dejarlo para otro día.

Será por la madurez o por la frialdad pero no pensé mucho en tí a pesar de que me gustabas.

===================================================================

Y en el momento oportuno me escribiste para encontrarnos. Yo elegí "Nueva Orleans" como si fuera un sitio anodino cuando en realidad te podría contar ya un par de historias sentidas de ese lugar.

Y me encantó que te vistieras así para mí porque yo había hecho lo mismo. Me diste un beso en la cara y entonces empezó nuestra noche.

De Jamaica a enfermeros, de la poesía a España y de drogas al catolicismo sin silencios incómodos. Intercambiamos nuestros Amsterdam sin mencionar el futuro.
Los músicos de fondo, unas cervezas y nos fuimos a "Las mentes". Allí me confesaste que eras como aquella egoísta de novela que yo tanto odiaba.
Y debí darme cuenta que era cierto cuando te abracé (uno de esos abrazos de amor, que derriten) y tu lo identificabas como deseo.
Y aunque te excitaras al rozar el principio de mis medias dudabas si llevarme a tu casa. No tendría que haberlo ignorado...

Pero al final emprendimos el rumbo a tu buhardilla. Pedaleábas y yo te seguía con la bici mientras tu chapurreabas una canción española.

Tu habitación era tu estampa materializada. Desorden y libros un abrigo antiguo y un póster.

Como un adolescente, te empezaste a poner nervioso; yendo demasiado rápido, desnudándote a destiempo. Tu I don´t need all this stuff marcó mi basta.
Fue entonces cuando te sinceraste: algo te pasaba...pero no querías hablar de ello. Es por eso que te comportabas como un cínico cuando llegó el momento.

Me quedé con ganas de saber como lo hacías. Y me puse los zapatos y me marché.

Por tantas razones me fuí. No sabes hasta que punto puedo comprender tu punto de locura y tu malestar y tampoco creerás hasta donde estoy de vuelta de todo eso.
Así que me escuché a mí misma diciendo la frase fílmica de yo no quiero ser parte de esto.

Y el resto pues: vuelta a la noche, un mapa mojado, ambientes delictivos...

Y mierda, ahora sí que pienso en tí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario